Humanos

Sala 204

Christian Boltanski comenzó a adquirir relevancia a partir de 1986 por sus inquietantes instalaciones de viejas fotografías, ropa y otros artículos personales que presentaba como artefactos y como vestigio de las vidas de otras personas. Los espacios creados por el artista, que evocan la atmósfera de los pequeños teatros o iglesias, con sus titilantes luces y sombras, suscitan una silenciosa admiración y una aguda sensación de pérdida y ausencia. El trabajo de Boltanski permite explorar la recuperación de la memoria colectiva tras el acontecer de la tragedia a través de los recuerdos de las vidas individuales.

En Humanos (1994), Boltanski utiliza fotografías de más de mil seres humanos anónimos, de las que se apropia en archivos o medios de comunicación, y establece así una relación directa con la realidad, dada nuestra tendencia a asumir, ante la existencia de la fotografía de una persona, que esta ha tenido que existir. A través de estas imágenes, que han sido intencionalmente envejecidas, el artista evoca la muerte y la desaparición de las personas retratadas, al mismo tiempo que reflexiona en torno a la pérdida de la identidad.